Algunas enfermedades infecciosas emergentes o en evolución pueden rebasar rápidamente la esfera local para alcanzar el ámbito internacional, y pasar de los animales a las personas. Desde su creación, la OIE se ha centrado resueltamente en la prevención y el control de la propagación de las enfermedades animales y zoonóticas.
En la actualidad, sus principales objetivos siguen siendo mejorar la transparencia y el conocimiento de la situación zoosanitaria mundial; recopilar, analizar y difundir información veterinaria; reforzar la coordinación y la cooperación internacionales en materia de control de enfermedades animales y zoonosis, y fomentar la seguridad del comercio mundial de animales y de productos de origen animal.
La OIE desarrolla normas y directrices destinadas a los países que integran la organización, con la finalidad de que éstos se protejan ante cualesquiera enfermedades u organismos patógenos que pudieran surgir durante el comercio de animales y productos de origen animal, evitando al mismo tiempo ciertas barreras sanitarias injustificadas.
Estas normas son elaboradas por expertos pertenecientes a los Países Miembros y a la red que forman los 162 Laboratorios de Referencia y Centros Colaboradores de la OIE. En 1995, las normas de la OIE fueron reconocidas formalmente por el Acuerdo sobre la Aplicación de las Medidas Sanitarias y Fitosanitarias (Acuerdo MSF) de la Organización Mundial del Comercio (OMC). El objetivo principal de dichas normas es recomendar medidas adecuadas que garanticen la "bioseguridad" y la prevención de las enfermedades y, a este efecto, detallan las prescripciones de la OIE para prevenir la transmisión de agentes biológicos patógenos a los animales, las personas y el entorno. La gestión de los riesgos microbiológicos asociados a las enfermedades animales y las zoonosis constituye asimismo una preocupación esencial de la OIE, cuyo conjunto de normas se dirige principalmente a paliar dichos riesgos.
En este sentido, el año pasado, los Países Miembros de la OIE decidieron desarrollar mejores garantías en lo relativo a la seguridad sanitaria de los alimentos de origen animal en la fase de producción (antes del sacrificio de los animales y de la transformación de sus productos).
Los recientes casos de enfermedades animales y humanas emergentes o reemergentes han subrayado la relevante función que desempeña el sistema mundial de información zoosanitaria de la OIE. Aun cuando su alcance quede acotado a un área geográfica, la alteración del comercio que provocan estas enfermedades y las consiguientes repercusiones que tienen en la sociedad, la economía, el abastecimiento y la seguridad sanitaria de los alimentos tienen enormes implicaciones en el comercio mundial y acaban por afectar a todos los países. Por esta razón, la OIE y la FAO están colaborando activamente para mejorar la capacidad de los sistemas de vigilancia e información de los Servicios Veterinarios Nacionales. En este contexto, la OIE ha adoptado nuevas normas relativas a la calidad de los servicios veterinarios nacionales y de sus sistemas de notificación de enfermedades, y ha mejorado asimismo su propio sistema de información a fin de proporcionar rápidamente la debida información epidemiológica a escala mundial, en particular mediante su Sistema de Alerta Rápida.
Numerosos países comparten asimismo la inquietud común de tener que enfrentarse a la aparición natural o al uso deliberado de agentes biológicos patógenos que pudieran afectar a la salud humana, los alimentos y la producción agropecuaria. Los métodos de prevención y contención de enfermedades, las legislaciones, las directrices y las normas internacionales existentes se están ampliado, tanto en la esfera nacional como en la internacional, para dotar a los países de mayor capacidad de prevención, gestión y recuperación del estatus sanitario anterior frente a cualquier introducción natural, accidental o deliberada de enfermedades animales. Sin embargo, actualmente, existen diferencias sustanciales entre los países en cuanto a su percepción de la amenaza que representa en el ámbito nacional el uso deliberado de agentes biológicos patógenos.
La OIE, en su calidad de organización científica internacional de referencia en el ámbito de la sanidad animal y de las zoonosis, no ha permanecido ajena a la anterior cuestión. Pronto se organizará una conferencia internacional en torno al tema "Manejo de la preparación y de la respuesta a las situaciones de emergencia", que contará con la participación de los 164 Países Miembros de la OIE. La finalidad última de esta acción consiste en proteger y mejorar las condiciones sanitarias de las personas y los animales en todos los países -incluidos aquellos vinculados a la introducción deliberada de enfermedades-, a la vez que se agiliza y protege la seguridad sanitaria del comercio internacional.
Las herramientas anteriormente mencionadas, con las que ya cuenta la OIE, bastan para responder a los nuevos problemas que plantea el bioterrorismo, siempre y cuando todos los Países Miembros armonicen sus legislaciones siguiendo las prescripciones normativas existentes y logren dotar a sus Servicios Veterinarios de los recursos necesarios.
En este sentido, cabe resaltar que:
- las normas de la OIE destinadas a evitar la introducción de agentes patógenos pueden servir de base para la armonización de las legislaciones;
- las directrices relativas a la seguridad en los laboratorios pueden utilizarse para regular la gestión de los agentes patógenos utilizados por esos mismos laboratorios;
- el cumplimiento por parte de los Países Miembros de la OIE de sus obligaciones en materia de vigilancia y notificación de enfermedades animales y zoonosis, y de calidad de los servicios responsables de estas funciones garantiza una supervisión y una respuesta rápidas y adecuadas en cualquier circunstancia.
Las principales acciones a resolver con vistas a reforzar la bioseguridad en la esfera internacional son: el cumplimiento de las normas y directrices de la OIE por parte de los Países Miembros, la formación de los implicados cuando sea necesario, y la puesta a disposición de los recursos materiales y humanos apropiados, en particular, para los países en vías de desarrollo.